2 de agosto de 2013

Temblaba al pensar

Osnat guardó silencio. Pensó que la crueldad abunda mucho más en el mundo que la compasión y que hay veces en que la propia compasión es una forma de crueldad. Luego le tocó a la flauta tres o cuatro melodías, se despidió y se llevó la bandeja con la cena que Martin apenas había tocado. Pensó que la crueldad está profundamente arraigada en nosotros y que incluso en Martin había una buena dosis de crueldad, al menos hacia sí mismo. Sin embargo, le pareció que no tenía sentido discutir con él, ya que se sentía bien con sus creencias y era una persona que no le hacía daño a nadie, y que al parecer no lo había hecho jamás, al menos a propósito. Osnat sabía que Martin se estaba apagando. Habló con el médico y este le dijo que no cabía esperar ninguna mejoría, que cuando le faltase la respiración habría que trasladarlao al hospital. Leah Shindlin, del comité de salud, propuso quitar a Osnat cuatro horas semanales de trabajo para que pudiese cuidar a Martin, pero Osnat respondió que ella lo hacía por amistad y que no era necesario que la gratificase por eso. Los ratos que pasaba por las tardes en compañía de aquel hombre enfermo, las breves conversaciones, sus muestras de gratitud, el mundo de las ideas y de los pensamientos que exponía ante ella, todo aquello lo valoraba mucho y temblaba al pensar en que esa relación podía acabar en unos cuantos días.

(Amos Oz, Entre amigos)