veintitrés de febrero
a media tarde comienza una lluvia intensa
26 de agosto de 2013
24 de agosto de 2013
Por todo
¿Tú has visto cómo se hace el tejado de una casa?
Primero suben los materiales, uno a uno, y los colocan alineados y preparados para ser utilizados. Y después comienzan a tejer como se hace una colcha para el invierno, con agujas largas, con el rigor que exige luchar contra el agua.
Ni rastro del limonero, debieron cortarlo.
Siguen allí los caballos, aunque no los vi. También los pinos que hacían sentir la noche. Y las hojas de eucalipto en el suelo, sobre los caminos.
Estaba cerrada pero aún existía la piscina que hicieron para que un niño se recuperase de su parálisis. Nunca lo vimos. Todo sigue.
Nada es igual. Así que, más o menos, lo de siempre. Pero cada vez es diferente y cada vez el dolor apunta a una parte distinta del cuerpo.
Esta vez, tardé veinticuatro minutos en hacer ese chequeo. Después volví a la carretera principal, la que no se sabe adónde llega.
Primero suben los materiales, uno a uno, y los colocan alineados y preparados para ser utilizados. Y después comienzan a tejer como se hace una colcha para el invierno, con agujas largas, con el rigor que exige luchar contra el agua.
Ni rastro del limonero, debieron cortarlo.
Siguen allí los caballos, aunque no los vi. También los pinos que hacían sentir la noche. Y las hojas de eucalipto en el suelo, sobre los caminos.
Estaba cerrada pero aún existía la piscina que hicieron para que un niño se recuperase de su parálisis. Nunca lo vimos. Todo sigue.
Nada es igual. Así que, más o menos, lo de siempre. Pero cada vez es diferente y cada vez el dolor apunta a una parte distinta del cuerpo.
Esta vez, tardé veinticuatro minutos en hacer ese chequeo. Después volví a la carretera principal, la que no se sabe adónde llega.
16 de agosto de 2013
060301
uno de marzo a las ocho y veintiuno de la mañana
un pequeño grupo de aves migratorias vuela hacia el Pirineo
están de vuelta
tal vez sean las primeras
un pequeño grupo de aves migratorias vuela hacia el Pirineo
están de vuelta
tal vez sean las primeras
13 de agosto de 2013
060306
seis de marzo
a las once y media de la mañana dos grandes bandadas de grullas volando
regresan
a las once y media de la mañana dos grandes bandadas de grullas volando
regresan
12 de agosto de 2013
060317
hoy
por primera vez en esta primavera
me doy cuenta de que los árboles del borde de la carretera están floreciendo
diecisiete de marzo
anochece
los coches ya llevan las luces encendidas
por primera vez en esta primavera
me doy cuenta de que los árboles del borde de la carretera están floreciendo
diecisiete de marzo
anochece
los coches ya llevan las luces encendidas
11 de agosto de 2013
10 de agosto de 2013
Ojos que brillan entre las hojas
Imposible verlo, pero vive en esa espesura.
Su territorio de tigre es esa piel cruzada por los colores de la selva, donde todo es peligroso y es imposible agarrarse a nada: si algo te alcanza, lo mejor es desandar el camino y hacer que la astilla salga en la misma dirección que entró.
Pero hay tiempos, breves, en que una línea de luz atraviesa la vegetación densa haciendo que los ojos brillen entre las hojas. A veces eso ocurre delante de tu mirada, cuando no tiene sentido escapar y solo un encuentro sin refugios, y si hay suerte, te puede permitir seguir viviendo.
Hoy es una fiera. Mañana verá su salto
escribe René Char.
Es posible que unos versos sean el machete para sobrevivir al tigre. En realidad lo que diferencia de los otros su gran bosque es un ligero temblor que sufre el cuerpo al entrar y perder, al instante, las referencias. Una especie de descenso por la parte inferior de un iceberg que, sin embargo, tiene la textura de los grandes árboles y corta como un colmillo.
Decidido a no retroceder frente a lo que intuyes que es uno de los últimos y más definitivos diálogos, lees otra vez las líneas cortas de René Char:
Todo lo esencial que cumplamos desde hoy, lo cumpliremos a falta de algo mejor
Sientes que también él olfatea el viento: intenta distinguir el lugar por donde llegarás hasta ese pequeño claro. Ya no es posible volver atrás. Y, si hay camino, pasa justo al lado de los árboles desde los que te observa.
Su territorio de tigre es esa piel cruzada por los colores de la selva, donde todo es peligroso y es imposible agarrarse a nada: si algo te alcanza, lo mejor es desandar el camino y hacer que la astilla salga en la misma dirección que entró.
Pero hay tiempos, breves, en que una línea de luz atraviesa la vegetación densa haciendo que los ojos brillen entre las hojas. A veces eso ocurre delante de tu mirada, cuando no tiene sentido escapar y solo un encuentro sin refugios, y si hay suerte, te puede permitir seguir viviendo.
Hoy es una fiera. Mañana verá su salto
escribe René Char.
Es posible que unos versos sean el machete para sobrevivir al tigre. En realidad lo que diferencia de los otros su gran bosque es un ligero temblor que sufre el cuerpo al entrar y perder, al instante, las referencias. Una especie de descenso por la parte inferior de un iceberg que, sin embargo, tiene la textura de los grandes árboles y corta como un colmillo.
Decidido a no retroceder frente a lo que intuyes que es uno de los últimos y más definitivos diálogos, lees otra vez las líneas cortas de René Char:
Todo lo esencial que cumplamos desde hoy, lo cumpliremos a falta de algo mejor
Sientes que también él olfatea el viento: intenta distinguir el lugar por donde llegarás hasta ese pequeño claro. Ya no es posible volver atrás. Y, si hay camino, pasa justo al lado de los árboles desde los que te observa.
8 de agosto de 2013
060408
ocho de abril
en el área de descanso de la autopista
no hace mucho
que alguien dejó unas flores muy pequeñas sobre el hormigón de la mesa
en el área de descanso de la autopista
no hace mucho
que alguien dejó unas flores muy pequeñas sobre el hormigón de la mesa
7 de agosto de 2013
Construir una presa en algún país lejano
Escucho la Suite para chelo número 5 de Bach con unos pequeños auriculares. Y luego la número 6 para notar aún más el sabor del contraste. Las dos interpretadas por Pierre Fournier.
Comienza un giro lento de todo el cuerpo, una especie de orientación hacia algún otro sistema solar, si es que hay otro sol, como paso previo al inicio de un viaje por esos bosques de estrellas en los que no entra la luz.
Lejos, como si estuvieses construyendo una presa en algún país lejano. Tan lejano como la casa en la que crecí. Otro sistema solar.
Donde la navegación se produce también entre restos de basura cósmica: lo que quedó de otros viajes, otras expediciones, y frente a los que si quieres volver a casa hay que aprender a protegerse.
Y entonces entró la voz de la Gavota de la Suite número 6, justo cuando comenzaba a divisar el borde de las primeras estrellas encendiéndose en una oscuridad que parecía atraer hacia sí todos los viajes en los que se va construir una presa. Estrellas altas como árboles en busca de luz. Y un cuerpo no sometido a la gravedad.
(Si recordase los sueños, también podría soñar que en ese momento un avión aterrizaba en algún país lejano y que por delante había meses de cálculos y trabajo para construir una presa capaz de ofrecer un cauce a una fuerza que hasta entonces parecía salvaje).
Comienza un giro lento de todo el cuerpo, una especie de orientación hacia algún otro sistema solar, si es que hay otro sol, como paso previo al inicio de un viaje por esos bosques de estrellas en los que no entra la luz.
Lejos, como si estuvieses construyendo una presa en algún país lejano. Tan lejano como la casa en la que crecí. Otro sistema solar.
Donde la navegación se produce también entre restos de basura cósmica: lo que quedó de otros viajes, otras expediciones, y frente a los que si quieres volver a casa hay que aprender a protegerse.
Y entonces entró la voz de la Gavota de la Suite número 6, justo cuando comenzaba a divisar el borde de las primeras estrellas encendiéndose en una oscuridad que parecía atraer hacia sí todos los viajes en los que se va construir una presa. Estrellas altas como árboles en busca de luz. Y un cuerpo no sometido a la gravedad.
(Si recordase los sueños, también podría soñar que en ese momento un avión aterrizaba en algún país lejano y que por delante había meses de cálculos y trabajo para construir una presa capaz de ofrecer un cauce a una fuerza que hasta entonces parecía salvaje).
4 de agosto de 2013
060510
diez de mayo:
me parece oir el primer abejaruco,
estoy limpiando la casa y no lo consigo ver
debió cruzar sobre la terraza
me parece oir el primer abejaruco,
estoy limpiando la casa y no lo consigo ver
debió cruzar sobre la terraza
2 de agosto de 2013
Temblaba al pensar
Osnat guardó silencio. Pensó que la crueldad abunda mucho más en el mundo que la compasión y que hay veces en que la propia compasión es una forma de crueldad. Luego le tocó a la flauta tres o cuatro melodías, se despidió y se llevó la bandeja con la cena que Martin apenas había tocado. Pensó que la crueldad está profundamente arraigada en nosotros y que incluso en Martin había una buena dosis de crueldad, al menos hacia sí mismo. Sin embargo, le pareció que no tenía sentido discutir con él, ya que se sentía bien con sus creencias y era una persona que no le hacía daño a nadie, y que al parecer no lo había hecho jamás, al menos a propósito. Osnat sabía que Martin se estaba apagando. Habló con el médico y este le dijo que no cabía esperar ninguna mejoría, que cuando le faltase la respiración habría que trasladarlao al hospital. Leah Shindlin, del comité de salud, propuso quitar a Osnat cuatro horas semanales de trabajo para que pudiese cuidar a Martin, pero Osnat respondió que ella lo hacía por amistad y que no era necesario que la gratificase por eso. Los ratos que pasaba por las tardes en compañía de aquel hombre enfermo, las breves conversaciones, sus muestras de gratitud, el mundo de las ideas y de los pensamientos que exponía ante ella, todo aquello lo valoraba mucho y temblaba al pensar en que esa relación podía acabar en unos cuantos días.
(Amos Oz, Entre amigos)
(Amos Oz, Entre amigos)
1 de agosto de 2013
060515
quietos
volando a ráfagas
los dos primeros abejarucos.
Son las tres y treinta y nueve de la tarde del quince de mayo,
voy en el coche. Aquí están,
como otras veces
por fin
volando a ráfagas
los dos primeros abejarucos.
Son las tres y treinta y nueve de la tarde del quince de mayo,
voy en el coche. Aquí están,
como otras veces
por fin
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